Querido Dartmouth,

1. Un kilo de maseca
2. Un pollo entero 
3. Una bolsa de bolillos
4. Una bolsa de Galletas 
5. Bolsa de Pasas
6. 5 Chiles Rojos
7. 3 tomates
8. 3 chiles guajillos 
9. 1 cebolla
10. 1 bolsita de semilla de calabaza
11. 2 hojitas de laurel
12. 1 cucharada de achiote
13. Sal – al gusto
14. Consome – al gusto

Hubo un tiempo donde mi mamá hacía tamales a su lado de mi abuela. Salían las dos juntas a la plaza a vender tamales que se vendían como pan caliente. Dicen que los tamales de mi abuela son los tamales originales de nuestra aldea. Sus tamales son grandes, infladitos, con un pedazote de pollo en los adentros de la masa, y un exquisito recado encima que cubre todo el tamal.  

Hubo un tiempo en que mi mamá se puso a vender tamales para hacer más dinero. Hubo un tiempo donde mi mamá ya no hacía tamales porque entre el trabajo y cuidar a mi hermana mayor y a mi, ya no le alcanzaba el tiempo. 
Y ahora, cada que puede aprovecha de sacar un kilo de masa y unas hojas de plátano para hacer su especialidad, a su lado ahora estamos mi hermana mayor y yo.

El proceso de hacer unos tamales guatemaltecos comienza en la mera mañana. Mi mamá madruga para perfeccionar sus tamales – según ella se tiene que dedicar mucho amor y tiempo para que los sabores se mezclen bien. Desde la mera mañanita mi hermana y yo nos paramos a su lado para ser testigos del proceso que me parece extenso y exhaustivo. Veo lo rápido que trabajan las manos de mi mamá al poner la masa en la hoja de plátano, después va el pedazo de pollo,  sigue el recado encima de la masa y por último las pasas y los chiles rojos. Envuelve los tamales en la hoja de plátano y mi hermana le sigue su ritmo, pero mis ojos se quedan pasmados en lo rápido que envuelven y la sincronización de las dos, mientras tanto, yo me enredo solita tratando de envolver un solo tamal. Después de una media hora envolviendo tamales los tamales están listos para coserse. 

Cuando los humos salen de la olla, y toda la casa se infiltra de vapor, y los olores de hoja de plátano llenan la casa, ahí es cuando sabemos que es tiempo de rodear la mesa. 

En casa de mi tía estábamos rodeados alrededor de la mesa,
en casa de mi prima estábamos rodeados,
pero ahora esos tiempos solo quedan como una memoria distante porque los tiempos de la pandemia no nos permiten estar juntos, pero no solo la pandemia ha impedido que toda mi familia no se pueda reunir en una sola mesa, sino por la falta de una Visa para poder viajar. 

Ha habido varias veces donde el deseo de poder estar realmente juntos entre familia es tan grande, mientras comemos los esponjosos tamales gigantescos de mi abuela; pero desgraciadamente todo queda como un gran deseo… ojalá un día se pueda cumplir. 

Con cariño,
Naiset

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